Nisun: La venganza del pueblo murciélago y lo que puede enseñarnos sobre el nuevo coronavirus 81

Por Els Lagrou1

Los Huni Kuin de Acre y del este de la selva amazónica peruana, comparten con muchos otros pueblos indígenas de la región una filosofía de vida que podríamos llamar ecosófica2 y que atribuye la mayor parte de las enfermedades al hecho de comer animales. Las personas enferman porque la caza y los peces, pero también algunas plantas que consumimos y otros seres que agredimos o con los cuales interactuamos, se vengan y mandan su nisun, dolor de cabeza y tontera que pueden resultar en enfermedad y muerte.

El chamanismo y el uso de plantas psicotrópicas, como tabaco y ayahuasca, sirven para descubrir la acción de estos agentes invisibles y de contrarrestar, a través del canto, del soplo, de perfumes y plantas medicinales, el movimiento de captura del espíritu de la víctima por parte de los dobles de los animales muertos. El universo de la selva es, así, habitado por una multiplicidad de especies que son sujetos y negocian su derecho al espacio y a la propia vida. En este universo la cosmopolítica de los humanos consiste en matar solamente lo necesario y en negociar con los dueños de las especies o con los propios dobles de los animales. Se tiene la aguda (con)ciencia de que para vivir es necesario matar y de que toda acción, toda predación, desencadena una contra-predación.

Cuando la cuarentena fue anunciada en Brasil, mi amigo, el líder de canto de ayahuasca, Ibã Sales Huni Kuin, se despidió por teléfono: “Nos vamos a retirar a la selva, vamos a quedarnos quietos y no vamos a dejar entrar a nadie más, porque todo eso es nisun”. Nada sabía aún sobre las hipótesis de la causa del nuevo virus, que de hecho apuntan al nisun de otras selvas. Y a pesar del nombre Kaxinawa (pueblo murciélago), dado a los Huni Kuin por sus enemigos, ellos no consumen estos animales porque los consideran seres que poseen yuxin, el poder de transformar la forma. Ibã y sus parientes indígenas saben muy bien lo que un virus puede provocar, pues virus importados como la influenza y la viruela, causaron en el pasado más muertes en su población que las guerras contra ellos en la época de la invasión de sus tierras.

La narrativa científica más aceptada del momento, por lo que conseguimos deducir de la literatura disponible y de libre acceso durante la pandemia, atribuye el nuevo corona al paso del virus desde una especie de murciélago (horseshoe bat) que vive en las selvas chinas hacia el ser humano3. La hipótesis se basa en la secuenciación del genoma del virus del COVID-19 y sus grandes semejanzas con un coronavirus presente en estos murciélagos. Otro animal que hospeda un virus genéticamente muy similar es el pangolín, un tipo de armadillo asiático muy apreciado como manjar y medicina por gran parte de la población china. Una de las hipótesis es que éste podría haber sido el hospedero intermediario del virus entre el murciélago y el humano4; las últimas investigaciones, no obstante, afirman que el virus del murciélago está más próximo del COVID-19 que de aquel encontrado en los pangolines. Ambos animales son consumidos en China y en otros países asiáticos. Los primeros casos del nuevo coronavirus fueron detectados en un gran mercado de Wuhan en China, donde se venden animales selváticos vivos, entre ellos murciélagos y muchos pangolines, a pesar de estar prohibidas su captura y comercialización.

El ‘zoonotic spillover’ (derrame infeccioso de origen animal) de virus que conviven con especies selváticas, sin causarles mal, hacia seres humanos, donde causan temibles pandemias, no comenzó ni terminará con el nuevo coronavirus. Otras epidemias recientes como la malaria, el SIDA y la fiebre amarilla fueron resultado del spillover entre selva y ciudad. El problema es especialmente interesante para la antropología en general y la etnología en particular, porque nuestra disciplina se interesó desde el comienzo por las complejas relaciones entre humanos y animales, Naturaleza y Cultura, ciudad y selva. Agentes patogénicos, que conviven de forma simbiótica con sus hospederos animales, pueden representar diferentes grados de peligro para los humanos, dependiendo de la cultura o sociedad específica en cuestión. Las reglas de la dieta y de negociación en torno a la caza apuntan a un saber acumulado, por parte de los pueblos de la selva, del potencial patogénico de los animales. Estos poseen sus propios hábitos y hábitats que es necesario respetar si se quiere que la caza no se vuelva contra el cazador.

La novedad de estas nuevas epidemias, argumentan epidemiólogos y biólogos, consiste en la rapidez con que el virus viaja y se multiplica en el medio humano, por causa de la gran aglomeración y circulación de seres de la misma especie en las ciudades y en las regiones de tránsito entre las ciudades y las selvas. La realidad relacional contemporánea de intensa circulación de personas, mercaderías y animales es el cronotopo perfecto para la diseminación de esta nueva amenaza mundial. Este cronotopo va acompañado de una reducción cada vez mayor de las áreas de selva donde los hospederos de los agentes patogénicos convivían con los virus de manera que éstos no les causaban enfermedades, ni las transmitían a los seres humanos.

En entrevista dada a la CNN (20/03/2020), titulada “the bats are not to blame”, “los murciélagos no son los culpables”, Andrew Cunningham, Profesor de la  Zoological Society de Londres, afirma que: “la causa del “zoonotic spillover”, o la transferencia desde los murciélagos u otras especies salvajes, es casi siempre el comportamiento humano”. El biólogo señala algunas características interesantes de los murciélagos que nos ayudan a entender su importancia y sus peligros para los humanos. Los murciélagos son los únicos mamíferos que vuelan, lo que hace que puedan cruzar grandes distancias y diseminar muchos agentes patogénicos. Pero también son los polinizadores más importantes de la selva tropical, y muchas especies dependen exclusivamente de los murciélagos para sobrevivir. En el mito de origen de las plantas cultivadas de los Huni Kuin, fue un quatipuru (ardilla roja amazónica) transformado en hombre quien enseñó el cultivo de las plantas a los humanos. A la vez, el mismo quatipuru también sabía transformarse en murciélago. Los murciélagos, como los humanos, gustan de vivir en grandes grupos, lo que facilita la diseminación de semillas, polen y virus. El vuelo del murciélago requiere mucha energía, afirma Cunningham, lo que produce altas temperaturas en el animal, temperaturas que en el ser humano significarían fiebre.  Es por esta razón que cuando pasa al humano el virus es tan virulento. Otro elemento interesante es que, como los humanos, los murciélagos sienten estrés. Cuando perciben su hábitat damnificado por la desforestación o cuando son amontonados vivos en grandes ferias, junto con otros animales, para ser sacrificados, el aumento del estrés presiona su sistema inmunológico y puede hacer que un virus latente se haga manifiesto y más contagioso.

No es el hecho de que los humanos coman su caza la causa de las epidemias. Las epidemias son el resultado de la deforestación y de la extinción de los animales que antes eran sus hospederos simbióticos. Las epidemias son también el resultado de una relación extractivista de las grandes ciudades con las selvas. Ellas surgen  en las franjas de las selvas amenazadas, en los intersticios de la fricción interespecie y desde allá son rápidamente transportadas al mundo entero a través de camiones, barcos y aviones. No es solamente el estrés causado a la caza lo que provoca pandemias; otros animales también sufren y causan enfermedades. Estos son prisioneros de otra área intersticial entre la selva y la ciudad, el área rural del gran agronegocio alimenticio, notoria por el surgimiento de nuevas gripes virulentas que pueden convertirse en pandemias. Es en los grandes criaderos industrializados de gallinas y cerdos confinados donde surgieron hace algunos años la llamada ‘gripe porcina’ y otras que fueron un anuncio del virus que observamos hoy.

La gran red que conecta humanos y no humanos es la causa y la solución del problema. Vivimos, a escala planetaria, un problema en común; su solución también tendrá que ser común. Vendrá del intercambio interdisciplinario e internacional de informaciones, pero vendrá sobre todo de lo que podemos aprender de otras tradiciones de pensamiento que no se construyeron sobre la separación dualista entre naturaleza y cultura. La sustitución de ontologías relacionales por la oposición entre “sujeto” y “objeto” resultando en una ontología dualista, posibilitó la empresa modernista y capitalista y su invención de una máquina de conquista del mundo, capturando en  sus engranajes hasta las más resistentes minorías humanas y no humanas, que intentan sobrevivir en  sus márgenes.

Las ontologías de esas minorías, no obstante, hablan un lenguaje que contiene conocimientos vitales para el planeta hoy y que necesitamos traducir, con urgencia, al lenguaje de la ciencia. Así, en su videoconferencia para el Coloquio “Los mil nombres de Gaia” (2014), Donna Haraway apeló a una consciencia renovada de cómo todos los seres, incluyendo los humanos, están compuestos de otros seres y enmarañados en una densa malla de devenir-con. En vez de interrelacionalidad, estamos lidiando con intra-relacionalidad; somos entidades compuestas de relaciones, entrecruzadas por otras agencias y habitadas por subjetividades diferentes. Somos múltiples y dividuos en vez de individuos; somos fractales. Estamos habitados por bacterias y virus saludables y nocivos que traban batallas interminables.

Esos nuevos descubrimientos científicos se aproximan cada vez más a lo que las filosofías amerindias hace tiempo intentan enseñarnos. “No puede pensarse más la noción de una entidad adicionada al medio ambiente […]. Tenemos lo que los biólogos llaman holobiontes, la colección de entidades tomadas de conjunto en su relacionalidad que construyen una entidad suficientemente buena para sobrevivir”5.

La reacción en red planetaria a la nueva pandemia, que se esparce por el aire en gotitas invisibles, transforma nuestros cuerpos en campos de batalla invisibles donde es, a veces, la propia autodefensa, la reacción excesiva de nuestro sistema inmunológico a los invasores, lo que mata las células vitales y acaba destruyendo órganos. O sea, cuando el sistema está muy estresado se autoconsume. No es el hecho de comer cerdos, murciélagos, gallinas o pangolines lo que causa epidemias mundiales, sino el modo en que la civilización mundial, que se alimenta del crecimiento sin fin de las ciudades sobre las florestas, los árboles y sus habitantes dejó de escuchar la rebelión, no de los objetos, sino de los animales, de las plantas y de Gaia. O como diría Ailton Krenak, las personas fueron alienadas y arrancadas de la tierra que está viva y con la cual es preciso dialogar, convivir6.

Imagen de Portada: Niño Huni Kuin, Ivan Sawyer

Ilustraciónes:

  1. The Ecology of Disease, Olaf Hajek
  2. Sleeping Bat, Odilon Redon

 

Notas:

1 Profesora Titular de Antropología en la Universidad Federal de Rio de Janeiro, docente  e investigadora en el Programa de Posgrado en Sociología y Antropología (PPGSA/UFRJ).

2 Termino usado por Kay Arhem en “Ecosofia Makuna”, 1993, En La Selva Humanizada: Ecologia Alternativa en el Trópico Húmedo Colombiano. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología, pp. 109-126.

3 Wallace, Rob; Liebman, Alex; Chaves, Luis Fernando; Wallace, Rodrick, Abril 1, 2020, “COVID-19 and Circuits of capital”, en Monthly Review, New York.

4 Tommy Tsan-Yuk Lam, Marcus Ho-Hin Shum, Hua-Chen Zhu, Yi-Gang Tong, Xue-Bing Ni, Yun-Shi Liao, Wei Wei, William Yiu-Man Cheung, Wen-Juan Li, Lian-Feng Li, Gabriel M. Leung, Edward C.  Holmes, Yan-Ling Hu & Yi Guan. 28.03.2020, “Identifying SARS-CoV-2 related corona viruses in Malayan pangolins”, En Nature, www.nature.con(hĴp://www.nature.com).

5 Donna Haraway, “Tentacular Worldings in the Chthulucene”, 2014. Videoconferência. Disponible en: <hĴps://thethousandnamesofgaia.wordpress.com/>
(hĴps://thethousandnamesofgaia.wordpress.com/>);. Accedido en: 01/12/2017.

6 Krenak, Ailton. 2019. Idéias para adiar o fim do mundo. Companhia de las Letras.

 

Traducción de Rubén Lombida a través de Nisun: A vingança do povo morcego e o que ele pode nos ensinar sobre o novo coronavírus, por Els Lagrou

Nisun: La venganza del pueblo murciélago y lo que nos puede enseñar sobre el nuevo coronavirus, por Els Lagrou

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